Cita con los maestros

Historias de Amor

Quiero que puedas compartir
tu Historia de Amor, real o la que sueñas,

Sería bonito, tener tu historia,
y darla a conocer al mundo.

Envia tu relato al mail del blog
y me encargaré de publicarlos, aquí,
en esta seccion.

Envía tu relato via mail, aquí.

Alicia Valverde

lunes, 1 de diciembre de 2014

Secretos




-Tú me importas, ¿no te das cuenta? Es lo único que tengo...tú me importas – Ana se aclaró la garganta y esperó con nerviosismo la respuesta.

-Doce años trabajando juntos. Doce años de secretaria cumplidora, capaz y eficiente. Es débil y apasionada.

Él no apartaba la mirada de la carretera, la llevaba a su casa. Acababan de cenar juntos, y a mitad de trayecto, Ana se decidió, no podía esconder más aquello que la comía por dentro. Pensó ilusionada que tal vez éste era el momento que tanto esperaba, y le confesó lo que sentía desde hacía mucho tiempo.
  -¿No sientes nada hacia a mí?
  -No lo sé Ana…no lo sé.

El coche se detuvo, habían llegado a destino y el silencio entre los dos era cortante. Ana miraba cómo sus manos se movían nerviosas mientras trataba de poner en orden sus pensamientos. Después de un momento que parecía una eternidad, él bajó del coche y abrió desde afuera la puerta de Ana, ella tomó su mano y bajó del coche. Ambos se dirigieron hacia las escaleras, él se paró antes de que Ana llegara a la puerta de su casa.

  -Ana…conoces un secreto mío…y eso me desagrada sobremanera. Lo que sientes por mí es algo que no me importa, sólo eres mi secretaria.

Ana comenzó a llorar, pero no se dio la vuelta, no quiso que él viera sus lágrimas, y Ana, desde su interior, sintió cómo todo el amor que le profesaba hacia él, se convertía en el odio más puro.
  -Con tu secreto en mi poder, pretendo sacar más que un sueldo miserable y dos semanas de vacaciones. Yo te he dado doce años de mi vida, ahora te toca a ti darme algo.

La expresión dulce e inocente que tenía Ana había desaparecido por completo, y él lo sabía, notó que Ana hablaba en serio.
  -No puedes pretender a obligarme a que te quiera Ana.
  -Tal vez no, y no es preciso a que me ames para que te cases conmigo.

Ana acercó sus labios para besarle, pero él cerró la boca y retrocedió con asco, Ana le miró decepcionada, se dirigió a su casa, y en el umbral de la puerta dijo sus últimas palabras.
  -Muchos matrimonios se basaron en menos.

Él no pudo aguantar más, envuelto en una ira incontrolable corrió hacia ella sujetándola el cuello y apretándola mientras Ana intentaba escapar. Él sintió sus dedos apretando para que no respirase, para callar la voz que había provocado todo esto, y cuando quiso darse cuenta, Ana yacía ya sin vida en las puertas de su casa.


Texto: Philipp da la Croix.

No hay comentarios:

Publicar un comentario