Estaba absorta en sus pensamientos, la taza de café aún
humeaba entre sus manos, y mientras, tras el cristal de la ventana una lluvia
incesante no paraba de sonar.
Era otro de esos domingos, ninguno era ya igual desde aquel
de hacia dos meses, desde entonces cada uno de sus pensamientos y recuerdos le
llevaban a él, y no era molesto recordar, aunque en otra época no lejana eso le
resultase así, el recordar lo que allí ocurrió.
Su cuerpo se sentía una vez más recorrido por aquellas ásperas manos, cada palmo de el se estremecía con tan sólo recordar, cada
pliegue y cada surco que aquella noche habían sido cómplice de el cuerpo de
aquel extraño.
En sus oídos, aún rebotaban cada uno de sus gemidos, cada
susurro que aquel extraño había dejado como regalo a cada uno de sus orgasmos.
El aroma a café le impregno y le recordó a su olor, un olor
que aún hacia más fuertes sus ganas de estrechar nuevamente sus cuerpos para
volver a notar de nuevo su aroma, ese olor tan intenso, que ya nunca jamás
podía confundir.
Y pensó en todo aquello que ella misma había rechazado
durante años, eso que nadie había conseguido hacerle sentir y que aquella noche
todo cambió en su destino. No fue sólo pasión, no fue ni siquiera ese encuentro
fugaz de dos cuerpos que allí se amaban, estaba segura que había sido algo más.
Cada una de las miradas que se cruzaban durante aquellas
horas, hablaban por los dos, diálogos que su corazón nunca antes había sido
capaz de descifrar. Por primera vez pensaba en amor a primera vista, algo
contra lo que su cerebro se había empeñado en luchar.
Se acerco la taza de café por segunda vez a la boca, tomo
ese sorbo y su calor le recordó aquel calor que experimentó, cuando con.cada
contacto de sus cuerpos se estremeció..
Esa mañana estaba especialmente nostálgica, todo hacia su
papel para llegar a ese estado, por más que lo pensaba no le encontraba
explicación, pero su alma, su cuerpo y su mente, se habían dejado conquistar por
aquel momento, por aquel hombre, por aquel desconocido, que pasó a ser un
recuerdo eterno en su corazón.
Ahora se daba cuenta que el amor es capaz de conquistar todo
sin necesidad de tiempo, sólo un instante le es válido para doblegar a todos aquellos con los que se cruza.
Su amor, ese con el cual sólo pudo compartir unas horas, era
el más grande jamás sentido por ella, porque comprendió que el amor se siente,
da igual el tiempo que sea o la persona que te lo muestra y es eterno, porque
logra perdurar en los recuerdos más profundo de nuestro ser.
Y a pesar de saber que el tiempo transcurrido desde el
encuentro, le llevara a pensar que ya jamás le volvería a encontrar, siempre
guardaba una esperanza, esa que el amor cuando se encuentra, nos hace albergar.
Autor:
Autor:
Bohemio, realista, observador, curioso, viajero y algo loco.
Escritor a tiempo parcial, no creo en el azar.
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